Notas de un Feminicidio VI

No me considero feminista, pero utilizo el termino femicidio para catalogar el hecho del que fui víctima, por la razón que él mismo me dio cuando mientras me ahorcaba le pregunté, por qué lo hacía. Me dijo:

-       No es que yo sea machista, es que tú eres mi mujer.

Sin ánimo de justificarlo, acepto la validez de sus razones, más creo que no existe razón justa por la cual una persona tenga el derecho de agredir a otra. Él me agredió por el hecho de ser mujer, me agredió sin derechos, pero con razones. Razones injustas e injustificables, pero me agredió por el hecho de ser mujer y muy mujer.


Inmediatamente después de escuchar esa frase llena de ira, saque todas mis fuerzas y me abalancé hacia él, lo inmovilicé con mis rodillas en su pecho, con mis pies le sostuve la cadera, agarre su cabello fuertemente logrando reducir su movilidad. En ese momento de adrenalina pura, no medí la fuerza con la que afirme mis rodillas y sin intención alguna le rompí una costilla. Hecho que para mí fue indignante. ¿Pero cómo podía yo aguantar tantos golpes por ser libre? Esa tarde de febrero en Bogotá, mientras veía el cerro Monserrate desde un 12avo piso, publique en redes sociales varias fotos que mi mejor amigo me había tomado mientras hacía yoga desnuda, lo que lo enojó sobremanera. Mi victimario no fue educado en base al respeto por la libertad de expresión y como muchos de nosotros fue criado bajo la consigna de que las personas han nacido para producir bajo competencia. En la competencia entre hombre y mujer, entre macho y hembra, yo perdí. Desgraciadamente esa tarde no fue el último round, pero gracias a esa costilla rota tuve dos meses de descanso.

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