A mi madre

A mi madre
Publicación para la revista feminista REVIRADA. Brasil 
de Wendy Colpas
Hola mamá, espero que estén todos bien en la casa, saludos a Fredy y mis hermanas, a ti date por favor un besito y un abrazo de mi parte como esos que siempre te daba al volver a casa, temiendo que algún día no pudiera dártelo y así fue. Aun puedo oler tu aroma a ama de casa sin bañar, ese perfume que me da tanta calma, ese recuerdo me liberan del insomnio a diario. En estos 15 meses pasados desde que me fui de tu casa, son contadas las noches que dormí con plenitud. La he pasado difícil tú lo sabes, aunque lo dudas por mi risa cada vez que te llamo. Es la risa que herede de ti, la que sobrepasa la realidad.
Te escribo esta carta para aclarar los sucesos que se dieron desde aquel noviembre. Madre, te oculte esta verdad por la simple razón de que te amo, pero hoy sentí que ya no me amas y creo que es por el desconocimiento de mi dolor.
Todo comenzó en octubre de 2015 cuando un día de casualidad reviso el calendario menstrual y encuentro que ya habían pasado veinte días de retraso, inmediatamente le mando un mensaje al chico con el que salía pero con el que no quería tener nada serio. El mensaje contenía el siguiente texto: “Hola, Carlos, me acabo de dar cuenta que tengo 20 días de retraso, pero no creo que sea tuyo.”
Yo estaba completamente segura de que el embarazo era de él, pero Carlos es un chico cualquiera, sin trabajo, sin dinero y sin un apellido; todo lo contrario a lo que tu desearías para el papá de tu nieto. Por eso de entrada le mentí, además lo culpé de algo que sabía no le atribuía, lo culpé de haberme infectado de papiloma humano. Llamo inmediatamente a Antonio, el doctor. Él si sería un buen yerno. Cuando le digo que estaba embarazada me da la noticia que derrumbaría mi vida: tenía que abortar. Hacia unos meses antes, a Antonio le habían brotado unas verrugas en el pene y me lanzó la culpa, pero él también tenía sexo con otras mujeres, así que sobre quien infecto a quien, es imposible determinarlo. De igual forma tenía que abortar, era profundamente peligroso tener un bebe en esas condiciones. En aquel momento aún no me había brotado ninguna verruga, pero si Antonio lo tenía, seguramente yo también. Obviamente, me negué rotundamente al aborto, pero, pasados los días, la panza se fue haciendo cada vez más grande y las verrugas empezaron a dispersarse por mi vagina, entonces procedí a abortar.
El primer intento de aborto ilegal con pastillas fracasó. Tuve que internarme en el hospital y el bebe seguía vivo. Pude ver a esa hermosa criatura palpitar dentro de mí, fue lo más bello y doloroso que he visto. Fue doloroso porque sabía que tan grande belleza debía morir.
Madre, ¿dime por qué me ha tocado una vida así? Sabes que no fue el primer aborto que padecí. Tú más que nadie conoces mi deseo de ser madre y sobre todo ser feliz. A veces veo las mujeres embarazadas o con sus hijos en brazos y pienso: ¿seré tan mierda mujer que no merezco ser madre? quien haya decidido no ser madre está en todo su derecho, pero de igual forma estoy en todo mi derecho de ser madre ¿Por qué he fracasado tres veces? Tres malditas veces he abortado. Solo tengo 23 años, no merezco el peso de esta sociedad. A veces pienso que tú y mi padre hicieron mal al educarme tan libre, hicieron de mi un libro abierto en el que cualquiera puede escribir, lástima que hoy en día los pensamientos de la gente en general son un tanto belicosos. O quizá lo que estuvo mal fue no tener las armas para defenderme de este monstruo de sistema social, pero acaso ¿existe alguien que las tenga? Como yo seguramente existirán miles de mujeres que su libertad la convirtieron en su propia cárcel.
Pasados quince días, procedí a seguir con el aborto. El primer día pensé que había expulsado aquella vida junto con varios litros de sangre derramada en el inodoro. Pasados los días tenía cada tanto un cólico fortísimo, pero pensé que era parte del post–aborto. Luego de diez días empecé a tener contracciones muy fuertes en casa, sola, sin nadie a quien acudir y tragándome los gritos de dolor como quien va a parir. Decidí ir al hospital, pero antes de tomar el transporte tropecé en un hueco en la calle, por el impacto sentí que expulse la mitad de mi cuerpo por mi vagina, el feto había salido y se encontraba flotando en mi pantalón.

Demoraron unos 40 minutos en atenderme. En ese tiempo entré al baño del hospital y revisé mi ropa interior. Era una masa carnosa de unos 15 centímetros, contenido dentro de una bolsa de tejido endodérmico, flotando en un líquido amarillento. Lo veo, me tapo la boca, grito y me tiro a llorar al suelo de aquel baño público. Lloré unos 20 minutos hasta que pude alzar la cabeza. Con un pedazo de papel agarro esa parte de mi cuerpo que ahora era externa y la coloco dentro del tacho de basura para material orgánico. Quise llevarlo a casa, ponerlo en el mar, enterrarlo en patio de la casa de mi abuelo. Pero si lo llevaba conmigo podrían enterarse que reposaba un feto en el congelador de la cocina. Así que ahí lo dejé junto al papel higiénico sucio de mierda.
Mamá, tenía principio de cáncer y recién había padecido un aborto traumático, necesitas otra razón de porqué me harte de la vida en aquella ciudad. No era la ciudad en si lo que me abdujo, era la vida que yo había creado en ella, una vida vacía sin un sentido estable, rodeada de cosas que para cualquiera hubieran sido en sueño. No podía quedarme sentada viendo como mi vida se destruía poco a poco frente a mis ojos.
Madre, no te escribiría esta carta si no estuviera totalmente segura que ya no padezco cáncer. He logrado curarme gracias a la valentía de buscarme en mi propio viaje. Ya sé que me has abandonado económicamente porque crees que yo los abandoné sentimentalmente y que aquella frase que me dijiste hace 7 años cuando discutíamos: “olvídate de que tienes una madre” aunque te hayas arrepentido ya, es cierta en el fondo de tu corazón. Te has olvidado de que tienes una hija y has reflejado esos sentimientos en mí, cuando yo lo único que he querido es proteger tu tranquilidad.
Te amo mami, perdóname por amarte así.
Atentamente tu hija la segunda.

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