MUERTA PERO LIBRE III.Autorretrato de un femicidio progresivo

MUERTA PERO LIBRE
AUTORETRATO DE UN FEMICIDIO PROGRESIVO

Parte III


Luego de vivir con William un mes en la selva nos mudamos a Bogotá, allí vivimos cuatro meses aproximadamente. Una noche en la casa de una amiga en San Luis, donde solíamos reunirnos a tocar música, cocinar pizza y ver películas de cine arte; cada uno empezó a contar sus secretos sexuales. Yo confesé que una vez tuve una experiencia sexual con una mujer, mi amiga confesó que era bisexual y él confeso que le gustaban los penes, que hacía varios años mantuvo relaciones con varios hombres. Contó que ambos tenían sus parejas mujeres pero les gustaba reunirse a solas y tener aventuras sexuales.


Unos días antes de la última pelea me pidió que le introdujera mi dedo índice por el ano con un poco de sábila para lubricar. A mí en particular me excitó el hecho de romperle el orto y supongo que a él le excitó mucho más. No era el primer hombre que me lo pedía, por lo que supongo que a todo hombre le podría excitar, solo hace falta una predisposición. También recuerdo ver una especie de deseo en su mirada cuando veía fijamente a algunos hombres, debo confesar que de alguna forma extraña eso me excitaba a mí también. Por estas y otras razones concluyo que mi agresor era machista y bisexual, una situación bastante compleja. Aun así nunca me alarme por sus comportamientos sexuales, nunca tuve prejuicios hacia quienes afloran sus preferencias, por el contrario juzgo a quienes ocultan sus demonios. Uno de los míos y el que más tengo presente es al que le gusta que lo violenten en el sexo, por eso aguante sus insultos porque tenía un pene enorme con el que me podía azotar, aún la recuerdo.

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